Me e descubierto muchas tardes pensando en el y hoy a sido lo mismo.
Recordaba esos poemas que aprendió en su niñez (hace realmente mucho muchos años atrás)
Quien diría que después de tan escucharlo yo también me lo aprendería y quizás se los recite a mis hijos y les diga a ellos que un hombre llamado Miguel me los dijo alguna vez.
Los muertos no se olvidan jamas, y supongo que aun que sea una frase trillada a ellos no les gustaría vernos tristes, no si cuando estaba vivos hacían de todo por tenernos felices contentos y siempre riendo.
¡Que linda en la rama
la fruta se ve!
Si lanzo una piedra
tendrá que caer.
No es mío este huerto
no es mío lo sé:
más yo de esa fruta
quisiera comer.
Mamá está lejos,
papá no me ve,
no hay aquí otros niños...
¿quién lo ha de saber?
más no, no me atrevo;
yo no sé por qué;
parece que siempre unos ojos me ven...
Papá no querría
besarme otra vez,
mamá lloraría
de pena también.
Mis buenos maestros
dirían tal vez:
“¡qué niño tan malo,
no jueguen con él!”.
No quiero, no quiero;
yo nunca he de hacer
sino lo que haría
si todos me ven.
Llegando a mi casa
caricias tendré,
abrazos y besos,
y frutas también.